La habitación permanecía en penumbra, solamente iluminada de forma tenue por las consolas de las paredes, así como por luces a baja potencia. Encima de un suelo liso de ébano permanecía arrodillado el más fiel de los exiliados, aquel que ahora rendía pleitesía ante la encarnación misma del poder: el general Enric Pryde.

Su uniforme bien alisado, las botas perfectamente pulcras, los guantes calados y sobre todo, su corazón iracundo, lleno del deseo de venganza contra aquellos que atentaban contra el nuevo orden galáctico. Al alzar su mirada y poder contemplar ante él una réplica holográfica del mismísimo Emperador, los ojos azules de Pryde brillaron con idolatría fanática. De él solamente brotaron unas pocas pero firmes palabras.

“Tal y como os serví en las guerras del pasado, os sirvo ahora.”

 


 

 

El hombre más allá del uniforme

La marcial figura de Enric Pryde es una de la que por desgracia no se habla mucho. Si bien su historia no es única, si que nos sirve para poner sobre la mesa un tema sombrío que muchas veces se suele pasar por alto o se obvia en pos de los protagonistas de las historias. Me refiero al destino que tuvieron que afrontar aquellos leales al Imperio hacia el final de la Guerra Civil Galáctica.

Es bien sabido que el conflicto que enfrentó a la Alianza Rebelde con el Imperio Galáctico resultó en la derrota de este último. La destrucción de la Segunda Estrella de la Muerte solo pavimentó el camino hacia la derrota final en la Batalla de Jakku, tras la cual se firmó el Concordato Galáctico que puso un fin oficial a la guerra.

Si bien todo acabó sobre el papel, la realidad es que tanto antes como después de Jakku muchos oficiales y leales al Imperio se refugiaron en las Regiones Desconocidas de la galaxia en busca de un nuevo comienzo. Algunos eran antiguos nobles, otros comandantes o señores de la guerra. Sin embargo, también había idealistas y fanáticos, aquellos que creían que el Imperio y los Sith eran el poder legítimo en la galaxia.  Enric Pryde era uno de ellos.

Su carácter críptico y secretivo le valió la supervivencia en un entorno nuevo como era el de la Primera Orden. La afirmación de que tenía en su poder conocimiento sobre las maquinaciones de Palpatine y Snoke le valió para consolidar su poder en el nuevo orden.

Al contrario que muchos de los otros altos oficiales de la Primera Orden, toleraba el misticismo propio de los Sith, sin embargo no alardeaba de sus opiniones. Eso jugó a su favor cuando la Primera Orden unió sus fuerzas a las del culto Sith Eterno. Él, al contrario que muchos oficiales arrogantes, nunca optó por faltar al respeto a las creencias de los Sith, pues de joven vio personalmente a Darth Vader en acción. 

Pryde, siendo natural de Alsakan, tenía una mentalidad fuertemente militarista y autoritaria. Además, se le podría clasificar como humanocentrista, siendo fiel a los viejos valores Imperiales de que la raza humana debía ser el pilar de todo el poder imperial. De hecho, en su época en la Primera Orden, optó por llevar consigo un bastón de mando como símbolo de su autoridad, pero también como un recuerdo de su mundo natal, Alsakan.

No todos los imperiales que huyeron tras Jakku tenían unos ideales tan firmes y marcados como los de Pryde, pero solamente aquellos que acudieron a las Regiones Desconocidas y formaron la Primera Orden fueron los más fanáticos. Prueba de ello es el propio Pryde, quien con su ejemplo consiguió trepar por la jerarquía de la Primera Orden hasta alcanzar el rango de General Leal, lo que en otros tiempos se habría considerado “Gran Mariscal”, teniendo así mando tanto sobre las fuerzas terrestres como las espaciales.

Esa posición le valió para disponer a toda la Primera Orden bajo el manto de la Orden Final del Emperador, en la cual encontró su muerte en la Batalla de Exegol.

 


 

Del Imperio Galáctico a la Primera Orden

Su historia empezó en el planeta Alsakan. Dicho mundo era conocido por su marcialidad y carácter recio, algo que marcó sin duda a Pryde. De joven ingresó en la academia imperial del planeta, graduándose con honores.

Durante la era imperial, Pryde ingresó en la Armada Imperial, siendo destinado al destructor estelar Tenaz en el año 6 ABY. De joven, Enric Pryde pudo ser testigo del poder del mismísimo Darth Vader, el cual vio en acción en el puente de mando.

Pryde participó a bordo del Tenaz en la Guerra Civil Galáctica hasta la Batalla de Jakku en el 5 DBY, en la cual el destructor estelar fue destruido sobre el mundo desértico. El joven oficial escapó entonces a las Regiones Desconocidas como muchos otros oficiales imperiales habían hecho tras la derrota del Imperio a manos de la Nueva República.

Enric Pryde, ya todo un veterano de la Guerra Civil Galáctica, se unió a la Primera Orden, una organización que había nacido del esfuerzo conjunto de antiguos oficiales imperiales, nobles, científicos y señores de la guerra.

Tiempo después del ascenso de Snoke como Líder Supremo de la Primera Orden, se le dió a Pryde el mando de un destructor estelar de clase Resurgente, al cual bautizó como “Tenaz”, en honor al antiguo destructor estelar en el que había servido de joven. 

Formó parte de la segunda oleada de líderes que surgieron en la Primera Orden tras el desastre de la Base Starkiller, la cual Pryde llegó a considerar un error. 

Tras la muerte de Snoke, el general Armitage Hux fue obligado a seguir al nuevo líder supremo, Kylo Ren. Con ello, Pryde se convirtió en uno de los oficiales con más veteranía dentro del Alto Mando de la Primera Orden, teniendo bajo su mando a extensas fuerzas de reserva. Cuando Kylo Ren descubrió dichas tropas, rápidamente atrajo a Pryde hacia su esfera y le nombró miembro del Consejo Supremo, promocionándolo a General Leal.

En el año siguiente a la Batalla de Crait, una emisión sacudió toda la galaxia: El Emperador Palpatine había vuelto de entre los muertos. Percibiendo la vuelta del Emperador como una posible amenaza a su mandato, Kylo Ren desvió su atención de la Resistencia y la centró en encontrar el paradero de Palpatine. El líder supremo supo de la existencia del buscarrutas Sith y, para encontrarlo, viajó a Mustafar acompañado de Pryde y Hux. 

Mientras Ren aniquiló a los Alazmec de Winsit, un culto sith que veneraba a Darth Vader, Pryde le preguntó a Hux sobre su opinión acerca de ver a Kylo Ren en acción. Hux opinó que creía que Ren se había vuelto loco priorizando una caza de fantasmas antes que acabar con la Resistencia, ante lo cual Pryde recordó a Hux que había alguien detrás del mensaje y que Ren no debería responder ante nadie.

Tras obtener el buscarrutas Sith y descubrir a Palpatine y al culto Sith Eterno, el Consejo Supremo de la Primera Orden se reunió a bordo del Tenaz. Cuando el general Domaric Quinn se mostró escéptico ante el culto sith, tachándoles de conjuradores, fue Pryde quien apoyó la alianza de la Primera Orden con el Sith Eterno, dejando claro que eso aumentaría sus recursos por diez mil. Y que eso, por supuesto, corregiría el error de la Base Starkiller.

Tras la poca fructífera  operación de la Primera Orden en Pasaana, Pryde se mostró disconforme ante Hux con las pérdidas de soldados al mando de los Caballeros de Ren, sin embargo Hux informó de que habían capturado a Chewbacca, esperando así aliviar algo de la reprimenda. Poco después, miembros de la Resistencia acudieron al Tenaz para liberar al wookiee y, en el proceso, les ayudó el mismísimo Hux, quién se reveló como el traidor entre las filas de la Primera Orden. Sus motivaciones eran claras: la caída de Ren, no otra cosa.

Después de que la Resistencia escapara con Chewbacca y con la daga necesaria para encontrar el segundo buscarrutas sith, Pryde descubrió al instante el engaño de Hux y lo mató él mismo en el puente de mando sin consideración alguna.

Fue Pryde el que informó a Kylo Ren de que la daga sith robada había sido escaneada mientras el wookiee había estado a bordo y que, aunque ahora estubiera en posesión de la Resistencia, podían usar el escaneo para seguir a Rey hasta Kef Bir, lugar donde se encontraban los restos de la Segunda Estrella de la Muerte y del segundo buscarrutas sith de Darth Sidious.

 


La Orden Final: Al servicio del único y verdadero Emperador

Tras el duelo entre Kylo Ren y Rey y la consecuente transformación del primero en Ben Solo una vez más, el Emperador y Enric Pryde contactaron para discutir ese cambio de paradigma. Palpatine ordenó a Pryde acudir de inmediato a Exegol, ante lo cual el veterano oficial pronunció su juramento de lealtad ante el lord sith. Entonces el Emperador le ordenó enviar uno de los nuevos destructores estelares clase Xyston a un planeta que conocieran los miembros de la Resistencia y que lo destruyera por completo, pues cada uno de ellos tenía tecnología de la Estrella de la Muerte con la capacidad de destruir planetas.

Con la llegada del general leal Pryde a Exegol, este asumió el mando de la Flota Sith. Utilizó el Tenaz como nave de mando y desde ella organizó todo el despliegue de la flota durante la Batalla de Exegol. Con la llegada de las fuerzas de la Resistencia a Exegol y con los refuerzos inesperados de miles de naves para apoyarla, Pryde, el Tenaz y toda la Flota Sith cayeron, así como también el renacido Emperador Palpatine. 

Pryde vivió y murió bajo los mismos principios. Los mismos que le valieron su ascenso en el Imperio Galáctico y en la Primera Orden. Él es el claro reflejo de todo un conjunto de gente que se negó a someterse a la rendición tras la Guerra Civil Galáctica y que, al final, encontraron su muerte en el mundo sith de Exegol. A bordo del Tenaz murió tal vez uno de los últimos veteranos del antiguo Imperio.

1 pensamiento sobre “Enric Pryde – El reflejo de un imperio

  1. Que buena reseña y homenaje a tan fuerte personaje que a su misma vez a sido desvalorizado por su corta participación. “Hughs” fue un títere cómico esclavo de los escritores, Pryde era el Tarkin en los tiempos de la resistencia y hubiera sido mucho mejor que “Hughs” desde el episodio Vll.
    Saludos y gracias!

Responder a Mandalor Express Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *